Danzad, danzad, malditos

 

Colección de vinos ‘Cultivare’.

La bodega Vallformosa (Barcelona) tenía en mente realizar un homenaje a sus viejas viñas y buscar la excelencia de una pequeña producción de “vinos tranquilos” de la marca Domènech.Vidal. Sin embargo, obtendrían los vinos más movidos del mercado. Las últimas añadas de ‘Cultivare’, blanco y tinto, tenían que hacer énfasis en la unión de vino y cultura. “La etiqueta es la parte más visible y una expresión artística por sí sola. Es como un cuadro. Un lienzo en blanco. Un espacio donde confluye toda nuestra pasión”, afirma Vicenç Vidal, director General de Masía Vallformosa. De esta manera, entre los depósitos de esta bodega se construyó un escenario de papel con 4.764 etiquetas en blanco para crear unos diseños únicos, personales y artísticos. ¿Y cómo lo consiguieron?

La agencia ‘Ladyssenyadora’ diseñando un nuevo concepto de etiqueta.

El estudio de diseño gráfico Ladyssenyadora desarrolló íntegramente este proyecto como una obra de arte completa al unir danza y naturaleza. “Pronto nos dimos cuenta que ‘Cultivare’ tenía que ser mucho más que una botella de vino”, relata Raimon Bernach de Ladyssenyadora. Contaron desde el principio con absoluta libertad y confianza de la bodega, detalle que agradecieron. La idea era crear un espectáculo de danza sobre un tatami de etiquetas inmaculadas. Una lluvia de pintura de colores, amarillo y rojo, salpicaría los adhesivos y los movimientos de los cuerpos teñirían unas creaciones exclusivas. Manos a la obra: ¡a bailar!

Danza y vino es posible con Olga Álvarez y Joan Palau.

Etiquetas especiales de ‘Cultivare’.

La expresividad de la danza

Los coreógrafos Joan Palau y Olga Álvarez ponen cuerpo y alma a esta fusión viticultural de expresiones rítmicas. Su coreografía transmite el proceso de crecimiento del ciclo vegetativo de la vid. “Hemos querido reproducir el primer momento en el que cae la lluvia y nos mojamos. La sensación que teníamos era la de cómo una cosa tan pequeña nos empujaba hacia abajo. Nos despertaba una actividad que nos presionaba hacia el suelo y se ramificaba lentamente hacia los brazos”, señala Olga Álvarez. Estos efusivos torsos se desplazan por el espacio como un ser que comienza a brotar.

Vino blanco ‘Cultivare’ de Domènech.Vidal.

Vino tinto ‘Cultivare’ de Domènech.Vidal.

Con esta obra de arte multidisciplinar también se creó un elocuente audiovisual a tres bandas: Censet, Ladyssenyadora y Vallformosa/Domènech.Vidal. Esta colaboración creativa ganó el premio al Mejor Trabajo Promocional del Festival Internacional de Cine del Vino y el Cava en 2016. Una pieza que mezcla diversas materias como la danza y la perfomance con la música original de Miguel Marín. Diferentes lenguajes que cuentan el modo de elaboración del vino con sensibilidad, humanidad y emoción.

No existen límites promocionales ni estratégicos en cultura del vino. ¿Quién iba a pensar hace años que se podrían unir vino y danza? Danzad, danzad, malditos.

Otra ronda...

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