Bodegas Rosell es una taberna tradicional situada en Madrid (C/ General Lacy, 14) desde 1920. La familia propietaria transformó un antiguo despacho de vinos a granel en una típica taberna madrileña. Su fachada exhibe con orgullo un mosaico publicitario del morapio de Valdepeñas, cuyos coloridos azulejos fueron realizados en Talavera, cuna de toda bodega de finales del siglo XIX.
El establecimiento está dividido en dos espacios: la taberna y el salón. Lo más auténtico es poder disfrutar de la taberna, que por su decoración decimonónica parece un verdadero museo: barricas, cuadros, instrumentos musicales, fotografías, reliquias y pizarras ambientan un sabor añejo.
Muy pocas tascas pueden presumir de más de 200 referencias de vinos en su carta, que van desde las denominaciones de origen españolas más desconocidas hasta las más populares, pero sin dejar de lado personales apuestas sin denominación de origen y clásicos de otros países. Sin duda, lo bueno es dejarse aconsejar por sus grandes profesionales, muy conocedores de sus vinos y maridajes. Un lugar para “equivocarse” probando copas (o botellas), y punto de encuentro de apasionados por el vino con ganas de recorrer kilómetros y kilómetros de España a través de sus mejores caldos.
Bacalao, croquetas, risotto de boletus y foie, revueltos, tostas, salmorejo, patatas de la abuela (con huevos y jamón), embutidos, carnes y pescados son algunas de sus generosas especialidades. Pero no te pases, también deja sitio para el postre casero: coulant de chocolate, leche frita o creps hacen las delicias para un final feliz.
Una atención personalizada y ágil, que junto a un precio asequible hace que repetir no sea un pecado. Sumérgete en el mágico bullicio de Madrid de la mano de una de las tabernas más antiguas de toda la ciudad, donde el tiempo se paralizó en 1920.
Volveré a bucear en la nostalgia de sus paredes, repetiré de sus especialidades y cataré otros vinos, pero la experiencia de aquella noche en la que fui, me deja sin palabras. Por todo ello, echo mano de la sorpresa de aquella noche, el vino tinto Las moradas de San Martín (D.O. Vinos de Madrid):
Caigo en la cuenta de que estas botellas
no están llenas de vino,
están llenas de buenos ratos»